miércoles, 7 de abril de 2010

Libros


Réquiem por un campesino español

Ramón J. Sender









Era ya de noche, y en lo alto se veían las estrellas. Paco preguntó:
-¿Esa gente es pobre, mosén Millán?
-Sí, hijo.
-¿Muy pobre?
-Mucho.
-¿La más pobre del pueblo?
-Quién sabe, pero hay cosas peores que la pobreza. Son desgraciados por otras razones.
El monaguillo veía que el sacerdote contestaba con desgana.
-¿Por qué? -preguntó.
-Tienen un hijo que podría ayudarles, pero he oído decir que está en la cárcel.
-¿Ha matado a alguno?
-Yo no sé, pero no me extrañaría.
Paco no podía estar callado. Caminaba a oscuras por terreno desigual. Recordando al enfermo el monaguillo dijo:
-Se está muriendo porque no puede respirar. Y ahora nos vamos, y se queda allí solo.
Caminaban. Mosén Millán parecía muy fatigado. Paco añadió-
-Bueno, con su mujer. Menos mal.
Hasta las primeras casas había un buen trecho. Mosén Millán dijo al chico que su compasión era virtuosa y que tenía buen corazón. El chico preguntó aún si no iba nadie a verlos porque eran pobres o porque tenían un hijo en la cárcel y mosén Millán queriendo cortar el diálogo aseguró que de un momento a otro
el agonizante moriría y subiría al cielo donde sería feliz. El chico miró las estrellas.
-Su hijo no debe ser muy malo, padre Millán.
-¿Por qué?
-Si fuera malo, sus padres tendrían dinero. Robaría.
El cura no quiso responder. Y seguían andando.
Paco se sentía feliz yendo con el cura.
Ser su amigo le daba autoridad aunque no podría decir en qué forma. Siguieron andando sin volver a hablar, pero al llegar a la iglesia Paco repitió una vez más:
-¿Por qué no va a verlo nadie, mosén Millán?
-¿Qué importa eso, Paco? El que se muere, rico o pobre, siempre está solo aunque vayan los demás a verlo. La vida es así y Dios que la ha hecho sabe por qué.
Paco recordaba que el enfermo no decía nada. La mujer tampoco. Además el enfermo tenía los pies de madera como los de los crucifijos rotos y abandonados en el desván.
El sacerdote guardaba la bolsa de los óleos. Paco dijo que iba a avisar a los .vecinos para que fueran a ver al enfermo y ayudar a su mujer. Iría de parte de mosén Millán y así nadie se negaría. El cura le advirtió que lo mejor que podía hacer era ir a su casa. «Cuando Dios permite la pobreza y el dolor -dijo- es por algo.»

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